Afectados por las represas
Con estas megaobras, no sólo se fragmentaron los ecosistemas, sino que sociedades enteras
perdieron el acceso a los recursos naturales y al patrimonio cultural los que quedaron
sumergidos bajo el agua del embalse.
En el mundo se calcula que existen más de 22 millones de refugiados y 30 millones de
desplazados producto de estas megaobras. Dentro de estas estadísticas, los gobiernos no
tienen oficialmente en cuenta una categoría de refugiados poco convencional: los refugiados
ambientales.
En los últimos años y por primera vez en la historia, los desastres naturales han producido más
refugiados que las guerras y los conflictos armados.
Aunque las estimaciones varían enormemente, se calculan en 25 millones la personas han sido
desplazadas forzosamente de sus hogares por sequías, desertificación, erosión de los suelos,
accidentes industriales y otras causas medioambientales
En el Tercer Encuentro Internacional de Afectados por Represas y sus Aliados, que se realizó
el año pasado en México, realizaron una declaración donde más de 320 personas de 54 países
a lo ancho y largo del mundo se manifestaron a favor del uso ecológico del agua, de la justa
utilización de la energía, de la autodeterminación de los pueblos, de la defensa del territorio, de
la justicia ambiental y climática y del respeto a los derechos humanos
En ese marco, se comprometieron a intensificar las luchas y campañas contra las represas, por
los derechos de las poblaciones amenazadas y afectadas, y por la reparación integral de sus
pérdidas y restauración de las cuencas.
Asimismo, aseguraron que trabajarán en pos de la implementación de métodos del manejo del
agua y energía, tales como la cosecha de lluvia y modelos comunitarios de energía renovables,
entre otros objetivos.
Sin ir más lejos, con la instalación de la represa Yacyretá, se provocó una desarticulación
sobre la población y una ruptura de lazos de vecindad, resquebrajando lazos comunitarios.
Además, desde entonces, se registró mayor desempleo por disminución de actividades
productivas y alteración de actividades económicas como la pesca, olerías, y oficios
relacionados directa o indirectamente con estas actividades.
En tanto, sobre la población reasentada en los cascos urbanos se generó endeudamiento de
familias no propietarias, encarecimiento de la canasta familiar y adquisición de nuevas
obligaciones, lo que contribuyó al incremento del costo de vida.
A los largo de todos estos años, miles de afectados por las represas se manifestaron y
movilizaron solicitando la reparación histórica, cultural y social.
Cuando en 1973, los gobiernos de Argentina Paraguay firmaron el acuerdo para construir la
represa, prometieron un futuro de prosperidad, trabajo, progreso y desarrollo. En ese entonces,
la abundancia natural del entorno brindaba los medios necesarios que hacían posible la vida.
Más de 30 años después, la monumental obra de ingeniería se ha convertido en una fachada
de corrupción y negocios turbios, y se ha transformado en un agente de inundaciones, pestes,
enfermedades y basura que ha causado el grave deterioro de los recursos naturales y ha
afectado drásticamente la economía regional, provocando el desplazamiento de numerosas
comunidades, tanto del lado argentino como paraguayo.
El pueblo indígena guaraní, que vive a un lado y otro de la frontera es uno de los sectores más
afectados, por lo que el número de damnificados asciende a las 100.000 personas.
Cabe destacar que desde el 12 de febrero de 2011, la Central Hidroeléctrica de Yacyretá opera
en su cota de diseño de 83 msnm y logró alcanzar el 100% de su capacidad de generación y
los 3.100 MW de potencia máxima instalada con 20 unidades turbinas y un salto de agua de
21,3 metros.
A lo largo del proceso desde su instalación, “se dieron innumerables situaciones de injusticia,
corrupción, desaparición de barrios, daños medioambientales, proliferación de enfermedades,
desalojos violentos y otras circunstancias que envolvieron a miles de familias misioneras, que
vivían en el área de afectación de la represa”.
Según registros oficiales, la cantidad de personas afectadas en Posadas por Yacyretá suma
casi 50 mil. Pero las organizaciones sociales de afectados entienden que hay al menos 80 mil
personas damnificadas de manera directa e indirecta. Se trata de miles de núcleos familiares
que en los últimos años han sido expulsados de sus lugares de origen y enviados a barrios
periféricos cambiando radicalmente sus vidas.
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