miércoles, 29 de junio de 2011

El complejo Hidroeléctrico Garabi 2011 (V)


Informe Fundación  M´Bigua  (quinta parte)

El impacto sanitario de Garabí
Según una publicación de la organización Cemep-Adis, de Misiones, Argentina, de enero de
2011, los lagos que generan las represas son el hábitat ideal de vectores transmisores de
Malaria, Leishmaniasis, Esquistosomiasis y otras enfermedades.
Entre las enfermedades asociadas a las represas, esta la esquistosomiasis, causada por
parásitos del género Schistosoma (Platyhelminthes, Trematoda); endémica en áreas tropicales
y subtropicales de África, Asia y América Latina.
Por su parte, para la Organización Mundial de la Salud, una importante fracción de la carga de
enfermedades relacionadas con el agua (principalmente las transmitidas por vectores
relacionados con el agua) se atribuye a la manera como se desarrollan y manejan los recursos
hídricos.
En muchas partes del mundo, los impactos adversos a la salud originados por la contaminación
del agua, la construcción de represas, las obras de irrigación y el control de inundaciones ser la
causa de una carga significativa de enfermedad.
La OMS define la evaluación del impacto en la salud (EIS) como una combinación de
procedimientos, métodos y herramientas a través de las cuales se puede juzgar una política,
programa o proyecto en relación con sus efectos potenciales sobre la salud de la población y la
distribución de tales efectos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) desaconseja que se hagan represas en zonas
tropicales y subtropicales, entre los subtrópicos de Cáncer y de Capricornio, entre los paralelos
30 de latitud norte y 30 de latitud sur. Cabe destacar que Misiones se encuentra entre los
paralelos 25 y 27.
En ese sentido, la propagación de estas enfermedades es asociada con la alteración del
régimen de los ríos: por lo que ha sido llamada la enfermedad de las represas.
Estos mega embalses crean condiciones favorables al desarrollo de la esquistosomiasis.
Actualmente, afecta a varios millones de personas en el Brasil (entre 6 y 15 millones), y el
Noreste argentino es considerado una zona de riesgo.
A continuación, la imagen ejemplifica la superposición entre zonas de represas en Brasil, y la
expansión de la enfermedad:
Mapa extraído de: http://www.cienciahoy.org.ar/ln/hoy56/enfermedad.htm
Desde la década del 40, el norte del estado de Paraná -que limita con la provincia de Misionesse
ha constituido en una zona hiperendémica, donde se construyeron decenas de represas.
El límite de su distribución fue ubicado en 1965 en Curitiba, donde se produjo un foco; esa
población se extinguió en 1982, pero en 1997 B. glabrata fue hallada mucho más al sur, cerca
de Porto Alegre.
En las últimas décadas, la región mesopotámica vio alterado el régimen de sus ríos, debido a la
construcción de represas como la de Itaipú y Yacyretá, situación que suele asociarse
directamente con la propagación de la esquistosomiasis.
Siempre se pensó que esta enfermedad, que cuando se instala y se cronifica tiene secuelas
irreversibles, nunca iba a llegar a la Argentina. Pero como la cuenca hídrica está en constante
movimiento, el agua contaminada, los caracoles y los seres humanos infectados que en 1976
estaban a casi mil kilómetros ahora están en la frontera y, si no se toman medidas en forma
perentoria, en poco tiempo la esquistosomiasis entrará a Argentina por Misiones. Y una de las
medidas fundamentales es parar, definitivamente, con las megarepresas en esta región, a
riesgo de tener que lamentarlo sanitariamente.
En nuestro país, el riesgo se centra en la Cuenca del Plata, que ocupa el 32 por ciento del
territorio argentino y que compartimos con los países vecinos como Brasil y Paraguay, donde la
enfermedad ya se encuentra instalada.
Un dato importante a tener en cuenta es que el foco de riesgo se encuentra cercano a la zona
de instalación de la hidroeléctrica Garabí.
En ese sentido, lo importante es evitar que la esquistosomiasis ingrese al país, porque una vez
es muy difícil de erradicar.
Los mosquitos de los géneros anopheles y aedes, potenciales transmisores del paludismo, de
la fiebre amarilla y del dengue respectivamente, encontrarán un incremento en los ambientes
aptos para su cría.
Así, se establece los vectores aparecen cuando las condiciones del lugar son óptimas para su
vida; por lo tanto, al estancar grandes cantidades de agua e inundar miles de hectáreas, se
produce un efecto contraindicado para el ámbito sanitario.
Tanto la fiebre amarilla como el dengue son transmitidas por el mismo mosquito: el Aedes
aegypti.
El dengue se transmite a través de la picadura de la hembra del mosquito Aedes aegypti, y en
menor medida del Aedes albopictus, que debe estar infectado con el virus.

Cabe resaltar que las enfermedades infecciosas son transmitidas por organismos vectores que
se alimentan con sangre, como mosquitos y garrapatas, y la supervivencia de esos organismos
depende de la compleja interacción del clima y otros factores ecológicos.
En otro orden, la Leishmaniasis canina es una enfermedad transmitida por mosquitos del
género Phlebotomus, pero en América solo hay un género: lutzomya
Esta enfermedad no es sólo un problema veterinario, debido a que el perro actúa como
reservorio de la Leishmaniasis humana.
Asimismo, el animal puede tener infecciones inaparentes que son capaces de transmitir la
enfermedad a través de vectores y juegan un rol fundamental en la diseminación del parásito
Es necesario remarcar que las larvas de mosquitos se desarrollan en el agua, mientras que las
de Lutzomya lo hacen en la tierra húmeda. En ese sentido, no se debe olvida que para instalar
una represa se deforesta, inundando islas y miles de hectáreas.

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